En la siguiente entrada voy a hablar sobre el ajuar de la necrópolis hispanorromana de Carmona (Sevilla), puesto que es una de las que ha aportado más datos para la investigación arqueológica en nuestro país.

En esta necrópolis, la práctica más abundante es la incineración, por lo que hay una proliferación de urnas que podían depositarse en nichos, fosos, etc. La mayor parte de ellas eran toscos cofres de piedra (algunos de barro) que en ocasiones tenían el nombre del difunto grabado. También había algunas urnas prismáticas calizas y marmóreas (como la de Prepusa, en la segunda imagen), pero éstas eran mucho más excepcionales. Igualmente habituales eran las urnas cerámicas, que solían tener una forma cilíndrica pero también podían ser de “tarro de miel” o jarras ensanchadas en el centro. Tanto esta última como la que tiene forma de olla corriente pueden apuntar a una fecha temprana, puesto que el cuello desapareció durante el Bajo Imperio.

En cuanto al resto de la cerámica, tres son las líneas generales del ajuar en Carmona:
  • Hay vasijas que entroncan tanto tipológica como estilísticamente con las tradiciones cerámicas prerromanas.
  • Varios vasos tienen paredes finas y decoración a la barbotina.
  • Tan sólo hay un vaso de terra sigillata de procedencia desconocida (ver en la imagen). Éste tiene forma globular con la parte inferior profusamente decorada: en la parte superior hay un friso con ovas y dardos; bajo él hay metopas con líneas de perlas horizontales y trazos ondulados verticales entre los que se intercalan un león, una cierva y un jabalí.


Algunos vasos tienen influencia cartaginesa en la forma, pero sobre todo en la decoración. Podríamos hablar, por tanto, de un tipo de cerámica ibero-púnica, puesto que también presentan características indígenas. No obstante, los vasos de paredes finas van a ser los más comunes de la necrópolis. Varios de éstos están decorados con hojas de agua, al igual que otros de la Bética, por lo que tuvo que haber talleres de producción al menos desde el siglo I d.C.

En cuanto a las lucernas, tan sólo determinados tipos de lucernas proceden de la necrópolis. Son los siguientes:


  • Lucernas que asemejan a la forma de un pájaro, típicas del período augusteo (1 en la primera imagen).
  • Lucernas circulares con piquera redondeada y ágafes laterales (2). Suelen tener el disco liso, aunque pueden presentar decoración en el infundibulum. Datan de finales del siglo I d.C.
  • Lucernas con piqueras en ángulo y adornadas con espirales (3, 4, 5, 6). Son muy populares en la primera mitad del siglo I a.C.; también tienen cuerpo circular y carecen de asa. Las lucernas 7 y 8 son sus derivaciones; la última, en concreto, es exclusiva del sur peninsular y tenía fines industriales, pues es muy robusta y apenas presenta decoración.
  • Lucernas con piqueras circulares y prominentes (9 a 18). También adornadas con espirales, es un tipo frecuentísimo que se fabrica desde la época de Tiberio. Tanto en este tipo como en el anterior el cuerpo circular es igual y es decorado con moldes. Sin embargo, estas lucernas pueden tener asa.
  • Lucernas con piqueras circulares sin espirales (19). Constituyen una simplificación de forma y motivos dada a partir del tránsito entre los siglos I y II d.C.
  • Factory-lamps (20). Son más prácticas y fabricadas en serie con una decoración simple. Comienzan en la época de los Flavios.


La colección de vidrios de Carmona es magnífica: tenemos vasos y ungüentarios de las más distintas formas. Algunas piezas están decoradas; entre los motivos más singulares tenemos un ungüentario con dos cabezas de Medusa así como dos vasos, uno con omphalos y otro con cuatro parejas de gladiadores en posición de lucha. Este último pertenecería a un tipo excepcional que sólo apareció en la parte occidental del Imperio entre los siglos I y II d.C. Por último, varias urnas de vidrio se han salvado de la fragmentación gracias a sus respectivas cajas de plomo. Tanto estos recipientes como algunos cerámicos habrían sido de uso doméstico hasta que se utilizaron como urnas. Las más representativas no tienen asas, y dejan de fabricarse en el siglo III d.C.

Para concluir, la necrópolis nos ha aportado otros objetos como espejos, fíbulas e instrumentos quirúrgicos y cosméticos de bronce; anillos, llaves, muñecos de barro, etc. De entre los objetos destacables, tenemos una estatua de bronce de una bacante, así como una serie de retratos marmóreos de individuos de edades y sexos distintos. Todo esto no sólo refleja cómo fueron los difuntos en vida, sino también la cotidianidad de la muerte en el Imperio Romano.

Alberto de Virgilio

Tipología de las lucernas de la necrópolis de Carmona
Urna de Prepusa
Vaso de terra sigillata




















Espejo hallado en un bustum

BIBLIOGRAFÍA:
  • BENDALA GALÁN, M., La necrópolis romana de Carmona (Sevilla), Sevilla: Exma. Diputación Provincial de Sevilla, 1976.

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