Hasta ahora hemos tratado algunos de los más diversos temas dentro del universo del mundo funerario romano. La siguiente entrada va un poco más allá, esto es, a los antecedentes. Y, aunque no es romana como tal, la cultura etrusca entronca directamente con la primera, y un breve comentario acerca de su pintura funeraria merece nuestra atención.

Las tumbas etruscas incluyen los ejemplos más tempranos de pintura monumental en el Occidente prerromano, y se desarrollaron desde el siglo VII hasta el siglo I a.C., cuando fueron sustituidas por los columbaria romanos.

Los etruscos creían hasta cierto punto en la continuación de la vida del difunto, por lo que al principio procuraban hacer habitable la tumba. Esto se conseguía emulando los espacios domésticos con cámaras rectangulares excavadas en la roca, y también mediante el uso de la pintura. La función inicial de esta era la representación ilusoria de las situaciones más felices de la vida. Así pues, aparecen danzas, espectáculos, juegos, escenas de caza y pesca, festines, etc.

El primer período es el denominado orientalizante (s.VII-VI a.C.). En este momento, varios objetos e ideas estaban llegando del otro lado del Mediterráneo, y era la élite la que controlaba dicho tráfico. Ambos factores se reflejan en las tumbas; de hecho, varios ornamentos de los frescos retoman temas habituales de la cerámica.

A diferencia de las épocas posteriores, los colores se aplicaban directamente sobre la pared, algo que ha facilitado su deterioro. Los frescos ocupaban por lo general una posición aislada en la cámara funeraria, y su carácter era puramente decorativo, estilizado y ecléctico. Entre los motivos hay representación de frisos, animales en varias posiciones (en movimiento y luchando) así como seres fantásticos. Menos habituales son las representaciones humanas, en las que tenemos hombres de pie o a caballo, a veces armados con arcos. Entre los elementos no figurativos, destacan los motivos vegetales. La única tumba pintada por completo y en la que todos los elementos se unen en una composición fantástica es la tumba Campana de Veyes (en la primera imagen), aunque no parece haber una narrativa clara.

El orientalizante es sucedido por el período arcaico (s.VI-490 a.C.), en el que se alcanza el cenit de la pintura etrusca. Aún se concibe la tumba como hogar para el difunto, pero también se incorporan innovaciones. Una de ellas es el dibujo de puertas falsas precisamente donde se abrían otras cámaras en otras tumbas. La posible interpretación de esto es la del límite infranqueable entre los vivos y los muertos. Por otro lado, se amplían los motivos de los frontones, cada uno de los cuales tiene múltiples interpretaciones y significados referidos al Más Allá.

El tema más recurrente es el del banquete simbólico sin comida, y puede ser de dos tipos: sobre el suelo o sobre klinai. En el primero, los comensales son casi exclusivamente hombres y están en posición yacente según la usanza oriental (como en la imagen), mientras que el segundo es de influencia jónica. En algunas tumbas el banquete representa la familia del difunto (que suele sostener una copa), lo que refleja aspectos de su vida pasada. Tanto los banquetes como la presencia de bosques y komos ilustran el carácter dionisíaco de la tradición fúnebre etrusca. Otro grupo temático es el de los juegos, que incluye carreras de bigas, acróbatas y malabaristas, etc. Los temas mitológicos son muy escasos, destacando la emboscada de Aquiles a Troilo en la Tumba de los Toros. Los etruscos reinterpretaron los mitos griegos en base a sus propios cánones, quizás basándose en la memoria.

El período clásico (490-350 a.C.) presenta dos fases. La primera sigue tomando prestados cánones griegos, pero aún existe un arraigo hacia la tradición anterior, por lo que se pierde originalidad. El tema principal es el banquete sobre klinai en la pared del fondo, y las otras actividades que enumeramos para el período anterior están subordinados en cuanto que forman parte del evento. Ya no se tiende a individualizar al propietario y su familia; aparecen banquetes exclusivamente masculinos o con parejas de hombres y mujeres, lo cual nos podría estar indicando una homogeneización dentro de la élite.

A partir del siglo IV, sin embargo, se produce una ruptura con el arte anterior que podemos apreciar por primera vez en la Tumba del Orco I (véase imagen). Los personajes adquieren ahora más relevancia, pues aparecen en contraste con el fondo oscuro, presentan ornamentos dorados y sus nombres aparecen escritos en leyendas.

Durante el período helenístico (s.IV-II a.C.), las tumbas ya no presentan el concepto de hogar post mortem. Ahora las escenas se van a centrar en la ultratumba, y va a imperar un sentido más sombrío de la muerte. Los difuntos suelen pasar al Más Allá a través de un arco, y son acompañados por los demonios etruscos de la muerte (masculinos y femeninos). Al otro lado están los antepasados, que están celebrando un banquete en honor al difunto. Se reconoce que están en el infierno por la presencia de Hades y Perséfone. Otra diferencia importante es que ahora no sólo se busca inmortalizar el banquete, sino además glorificar al difunto y sus antepasados que ya han cruzado al otro lado.

La representación de mitos griegos se vuelve abundante: especialmente popular es la ejecución de prisioneros troyanos por parte de Aquiles tras la muerte de Patroclo. Solamente una tumba representa un hecho histórico del siglo VI, como es la lucha entre los comandantes de Vulci, entre los cuales los hermanos Vibenna y Mastarna (el futuro rey de Roma Servio Tulio). También son muy comunes las armas de todo tipo, destacando los escudos, que hacían énfasis en el carácter guerrero de los difuntos. Por último, otro motivo muy frecuente del helenismo son los frisos con guirlandas verdes y copos o líneas rojas, así como los motivos vegetales y geométricos. Los animales reales y fantásticos en actitud de lucha son menos frecuentes, pero también los encontramos.

Quisiera concluir con una reflexión. Para nosotros es muy difícil entender la concepción etrusca del Más Allá, dada la vastedad y complejidad del arte que hemos visto hasta ahora. Sin embargo, parece que al final reina un pesimismo se combina con la exaltación gentilicia de la aristocracia, que tiene la pretensión social de mantener sus privilegios en la ultratumba. Por último, y aunque apenas conocemos pintura romana de la época medio y tardorrepublicana, sabemos que también existía un carácter histórico y guerrero, tal y como hemos visto para los etruscos en el último estadio de su desarrollo artístico.

Alberto de Virgilio

Tumba Campana
Aquiles y Troilo (Tumba de los Toros)
Hombre yacente en un banquete según la tradición orientalizante del período arcaico


Detalle de la Tumba del Orco I



BIBLIOGRAFÍA:
  • POULSGAARD, E., Painted tombs in Etruria: a catalogue, Roma: “L’Erma” di Bretschneider, 1993.
  • STEINGRÄBER, S., et al., Catalogo ragionato della pittura etrusca, Milano: Jaca Book, 1985
  • STEINGRÄBER, S., Abundance of life: Etruscan Wall Painting, Los Angeles: J. Paul Getty Museum, 2006
  • STENICO, A., La pintura etrusca y romana, Barcelona: Vicens Vives, 1967.

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