En la siguiente entrada, me dispongo a realizar una introducción a un tipo de producción escultórica, que adquirió bastante importancia Roma y sus provincias: el sarcófago.
El énfasis en la producción escultórica vinculada a los sarcófagos, lo encontramos en relación al cambio que se
produce dentro del ritual funerario en el Imperio Romano desde el s.II d.C. En
este momento, el ritual funerario de inhumación comienza a ganar terreno al
ritual de incineración, y a este cambio va ligado al sarcófago como medio para
llevar a cabo la inhumación. ¿Quiere esto decir que no existían sarcófagos en
Roma antes del siglo II d.C.? La respuesta es no. Ya en el periodo republicano
encontramos algunos pocos ejemplos de sarcófagos dentro de algunas familias
distinguidas, pero no será hasta el s.II cuando se generalizó y extendió su uso.
Ya que hablamos de escultura, debemos centrarnos en aquellos sarcófagos de familias romanas con un mayor poder adquisitivo, debido a que no todos los habitantes del Imperio podían permitirse el lujo de costearse un sarcófago de piedra decorado con impresionantes relieves. A esto, hay que sumarle el hecho de que los sarcófagos de mayor calidad eran obras importadas desde talleres en Oriente o la propia Roma, lo que exigía un coste añadido relativo al transporte.
El tipo de escultura que encontramos son relieves sobre la superficie pétrea del sarcófago, cuyos motivos han ido evolucionando a lo largo de la historia. Es posible encontrar desde motivos geométricos y lineales, a representaciones de escenas que estén relacionadas con el difunto, mitos que hagan referencia al tránsito de la vida a la muerte, o iconografía cristiana a finales del Imperio.
Son muchos los centros de producción que encontramos en todo el Imperio, cada uno con sus propias características, pero a grandes rasgos, encontramos dos tipos: los orientales y los occidentales. La diferencia entre estos es que los occidentales están decorados por tres de sus cuatro caras, de tal modo que uno de los lados largos se pega a la pared, y se representan distintas escenas divididas, aunque estén relacionadas entre si; mientras que los orientales están decorados por sus cuatro caras, y la escena en relieve representada es de friso corrido. La cubierta del sarcófago la podemos encontrar de diversas maneras también, como la cubierta a dos aguas, o cubiertas donde se representa al difunto yacente. A veces encontramos cubiertas donde aparecen representadas parejas recostadas que recuerdan al "sarcófago de los esposos" del periodo etrusco.
Tras esta breve introducción a rasgos generales del sarcófago romano, acabo con la que es mi primera entrada en el blog. En la próxima entrada nos adentraremos más detalladamente en el análisis de sarcófagos encontrados en la Península Ibérica.
Pablo Criado
Sarcófago con la caza de Calidón, representando al héroe Meleagro y a la diosa Artemisa. Museo Capitolino (Roma).
Sarcófago con la representación del mito del rapto de Proserpina.
Museo Capitolino (Roma).
ABAD CASAL, L. (1992), “El arte funerario hispanorromano” en Cuadernos de arte español, vol.77, 1992, pp. 23-26.
CLAVERIA NADAL, M. (2001), "El sarcófago romano. Cuestiones de tipología, iconografía y centros de producción" en NOGUERA CELDRÁN, J.M. y CONDE GUERRI, E. (editores), El sarcófago romano. Contribuciones al estudio de su tipología, iconografía y centros de producción, 2001, Murcia, Universidad de Murcia, pp. 19-30.
Gracias por la entrada Pablo! Resulta curioso cómo el sarcófago oriental estaba pensado para ser visto alrededor, como ocurre con las estatuas de templos helenos y otras estatuas de ámbito mediterráneo oriental, mientas que en el modelo occidental, este tipo de mobiliario funerario estaba pensado para adosarse a las paredes.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Matilde, resulta gratificante ver como otras personas se interesan también por el estudio del sarcófago romano.
Eliminar